Adiós Calderón

En unos días, se jugará el último partido oficial en el Vicente Calderón.
Conste, antes de seguir escribiendo, que soy madridista, cada vez un poco menos. Quizá porque eche en falta ese romanticismo, nunca triunfalista, que tienen los atléticos.
Mi amigo Andrés siempre me echa en cara que sea madridista. Dice que me pega ser del Atleti, por mi forma de ser, por mi forma de hablar de Madrid, por el Manzanares... Lo peor es que muchas veces creo que lleva toda la razón.


Para la memoria de Madrid, el Calderón, aparte de su vida atlética, es el santuario donde actuaron los Rolling, en plena movida madrileña, un concierto mítico bajo una tormenta. O Michael Jackson y Bruce Springsteen a finales de los ochenta, situando Madrid como una parada más en las giras de las grandes estrellas. Casi nada....
Para mi memoria sentimental futbolera, el Calderón es el lugar en el que vi por primera vez un partido oficial -nos llevó el director del colegio, un canario colchonero-. Y donde tras muchos años sin ver a mi Córdoba en segunda, afianzaba el liderato en un partido maravilloso.




Siempre he considerado el Calderón como algo mío. Quizá porque está en el barrio de mis tíos, y lo llevo viendo siempre ahí. Está en un sitio perfecto, junto al río, en un lugar muy de domingo por la tarde, ese momento de la semana en que se junta la fea inminencia del rutinario lunes y la ilusión de ver ganar a tu equipo...
Creo que quien mejor ha captado todo eso ha sido Antonio Conesa, en una verdadera obra de arte en forma de cortometraje llamada "Campeones", llena de profunda tristeza, que trata temas como
el dolor ante la muerte y el  amor paterno filial, aunados con ese sentimiento de orfandad y tristeza que han tomado como suyo los atléticos en la derrota.

Y , al hilo de eso, decía Luis Aragonés -quizá el mas grande atlético- que le fastidiaba enormemente que se identificara al Atleti con la derrota, con la fatalidad... Siendo cómo era un equipo grande, con títulos y siempre dando la cara....
Lo decía desde su corazón orgulloso y colchonero, sin darse cuenta de que quizá esa fama de equipo pupas y afición sufrida sea la que a los demás nos provoca una terrible envidia, porque cuando los vemos celebrar un título, sabemos que no debe haber mayor gozo que saborear una alegría cuando se han sufrido tantas penas...

Por muchos títulos que ganen el Madrid o el Barcelona, seremos muchos los que sigamos enamorados de la satisfacción tan pura que un éxito del Atleti produce en su gente...

El estadio "nuevo" del Atleti se ha dejado de llamar "la peineta" para llamarse "Wanda Metropolitano", un nombre perfecto para recordarnos los estúpidos tiempos que vivimos, en los que a la obligación comercial le han añadido la muleta de Metropolitano como una  mala disculpa por olvidar el pasado marchándose del Calderón. Y aunque el nuevo estadio esté enclavado en una avenida que se llama de Luis aragonés, a muchos nos dolerá que el Paseo de los Melancólicos no termine ya en el Vicente Calderón en una metáfora poética urbana única.


Cuando el Calderón no esté, y comprobemos su vacío, los que un día lo vimos le contaremos a los niños una batallita que empezará diciendo: "Aquí estuvo el estadio del Atleti..." y les sonará tan vetusto como a los de mi edad nos  sonaba lo del viejo estadio Metropolitano...

Mucha suerte en vuestro nuevo estadio atléticos!!!

Cito a Sabina, que explica brillantemente lo que yo he querido decir:

Para entender lo que pasa
hay que haber llorado dentro
del Calderón, que es mi casa.
O en el Metropolitano,
donde lloraba mi abuelo
con mi papá de la mano.

Qué manera de aguantar,
qué manera de crecer,
qué manera de sentir,
qué manera de soñar,
qué manera de aprender,
qué manera de sufrir,
qué manera de palmar,
qué manera de vencer,
qué manera de vivir,

...
Paseo de los melancólicos,
Manzanares cuánto te quiero.

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