Nochebuena, tarde en los Pedroches
Un viento desagradable, y un cielo amenazante de lluvia presiden la tarde de Nochebuena. No hace especialmente mucho frío,
pero ese desagradable viento nos hace percibir la tarde como mucho más fría de
lo que es en realidad.
Vamos a disfrutar de un paseo natural y literario, una vez
más, por el valle de los Pedroches, esta vez en una soledad casi absoluta, en
una tarde desapacible y extraña en la que poca gente sale al exterior.
Salimos de El Viso, rodeamos Dos Torres, y por la carretera nos azota el viento. Hay un violento
contraste entre el pajizo de la tierra pelada de un otoño sin agua y un gris
oscuro de cielo a punto de estallar. Encinas, ovejas, cerdos… el suelo ahora
también gris, el del batolito sobre el que se asienta nuestra comarca. Llegamos
a Pedroche “la imposible capital de tan misteriosa comarca”, como la llamó Juan
Benet, recortándose en el cielo con tan poderosa torre.
Carretera. Hacia el norte de los Pedroches |
Avanzamos hacia el norte, con el puerto del Mochuelo al
fondo, frontera entre dos valles: los Pedroches y Alcudia. Llegados a
Torrecampo giramos a poniente por una
carretera que nos muestra una profunda dehesa y unas preciosas vistas parciales
del Valle… a lo lejos, cerro y pueblo de Santa Eufemia, cabeza del antiguo y
poderoso señorío medieval. Atravesamos el Guijo, casi desierto, pasando delante
de la sencilla y bella parroquia de Santa Ana, dirigiéndonos a nuestro destino,
a escasos seis kilómetros.
A pesar de que el cielo está a punto de caer sobre nuestras
cabezas, bajamos del coche en la ermita de la Virgen de las Cruces, patrona del
Guijo. “Lugar de poder” relacionado con el culto de las Vírgenes Negras, según
Juan Eslava Galán, intentamos recibir las fuerzas telúricas que emanan del
lugar sagrado. Un baptisterio paleocristiano y la orientación del templo, en la
que el eje de la ermita de alinea con la puesta de sol en el solsticio de
verano marcada en una columna granítica sobre la que hay una cruz, nos indican
la “magia” del lugar.
Parece que va a llover pronto, el viento nos sigue azotando, volvemos
sobre nuestros pasos, nos espera la cena de Nochebuena.
La Ermita de la Virgen de las Cruces |
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